La minería a nivel mundial, es una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural. Para obtener los minerales es indispensable en primer lugar, desforestar y remover la capa superficial de la tierra, que da vida a la flora y la fauna. A través de esta destrucción se llega a extensos yacimientos de minerales contenidos en rocas, las cuales hay que pulverizar, luego, aplicarles diversos reactivos químicos, cal, floculantes y otros depresantes que hacen posible capturar el máximo de cobre en los procesos de flotación y concentración para producir concentrados de cobre y, por otra parte, ácido, cianuro y zinc para precipitar y producir el oro y la plata, pero el elemento que toda la minería usa a destajo, de -manera gratuita- y en gran escala, es el agua.
En la minería subterránea, el consumo del agua es reducido y el problema consiste generalmente, al igual que en la minería de cielo abierto, en extraer el agua natural que se apoza en el fondo de los piques, la que puede provenir de lluvias o de afloramientos de las napas subterráneas. Hay empresas mineras que explotan recursos naturales sin el debido proceso u autorización de un Estado o gobierno en países subdesarrollados para que se puedan ejercer estas prácticas como lo es el caso de Colombia. Aún así, la población no reacciona. Dichas zonas que se están siendo explotadas por los mineros, agotan recursos vitales para nuestra vida incluyendo el agua, fuente de vida para los seres vivos. Lo importante no cabe en duda, es que se generen organizaciones que controlen los estragos que están causando a menudo las empresas de minerías, sancionar a aquellos que vienen a explotar las tierras ajenas, a destruir.
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